¿Cómo interpreta el FRACASO nuestro cerebro? ¿Por qué nos impide, muchas veces, lograr lo que tanto queremos?
-Quieres dejar la carrera porque te das cuenta, en el 6to semestre, que no es lo tuyo. Sin embargo continúas, porque dejarla hasta allí 'sería fatal'. 'Penderías de un hilo en la vida'.-Quieres sacar adelante tu negocio. Pero te frena el hecho de saber que debes invertir tu propio dinero y piensas que, quizás, todo se irá al traste. 'No puedes permitirte perder un peso, no en esta economía'.
-Quieres trabajar para ti mismo, dejar ese empleo que te consume 5 días a la semana, 10 horas por día. No tienes tiempo para hacer lo que te apasiona, y así mismo incrementa tu miedo el dejar la seguridad de un pago mes a mes, el perder la posibilidad a un ascenso y un ingreso mensual para cuando te jubiles. Te reconforta saber que tienes un trabajo 'estable'.
En mi caso personal, me identifico con la primera. Abandoné la carrera cursando 7o semestre. Todos me decían, como a todos nos dicen, que es lo peor que se puede hacer; que necesitamos un título para ser alguien, para tener ingresos, para tener un buen salario; básicamente, para tener una vida.
En cuanto al empleo, no he tenido uno por mucho tiempo, pues no es precisamente lo mío, tampoco. Así que sí, vivo casi el día a día, en mis emprendimientos, en trabajos como freelance y escribiendo libros. ¿Por qué? Porque es lo que me apasiona, y porque no necesitamos un título para ser alguien, como tampoco necesitamos un empleo para sobrevivir. Y sí, da miedo. A veces es casi paralizante. Pero no vivimos más en la era industrial, la vida cambia. (A menos que amemos el empleo que tenemos).
Sin embargo, aunque no he tenido mayores tropiezos, entiendo el papel del riesgo en la vida y el papel fundamental de fracasar. Ambos son necesarios para hacer las más grandes hazañas con las que pueda soñar una persona. Para llegar a marte, para construir un Hyperloop (transporte de pasajeros y mercancías en tubos al vacío a alta velocidad), para hacer vuelos espaciales y otros sueños que parecen -ante muchos incrédulos- solo eso, hacen falta agallas y un enfrentamiento constante con el riesgo y el fracaso.
Lo mejor de todo: el riesgo te saca de la zona de confort. Saca lo mejor de ti. El fracaso te enseña lo que no debes volver a hacer. Pretender vivir sin ambos es absurdo.
Ahora bien, ¿por qué nos da tan duro tomar riesgos y aborrecemos el fracaso? Hace millones de años, cuando vivíamos en la época de cazadores y recolectores, empezamos a adoptar una serie de conductas que nos garantizaron la supervivencia. Entre ellas fue el temerle a lo desconocido, pues generalmente representaba una total amenaza. El hecho de tomar por un camino distinto podía significar la muerte. El hecho de relacionarnos con alguien de otra tribu podía representarnos la muerte. El hecho de comer algo nuevo podía representarnos la muerte. Entre tropiezos y encuentros cercanos a ella, aprendimos a aborrecer muchas situaciones, pues hacerlo nos proporcionaba la seguridad de prolongar la especie.
Nuestro cerebro cuenta, básicamente, con 3 divisiones: cerebro reptil, límbico y neocórtex. El reptil es como una semilla, y contiene todos los datos de nuestra vida como cazadores y recolectores: la información que nos trajo hasta aquí y los instintos más básicos (reproducirnos, alimentarnos y buscar refugio). El límbico es una capa que cubre esta semilla, y cuenta con las emociones asociadas a esos sucesos, emociones básicas como el miedo, el asco y el enojo. Finalmente está el neocórtex, que cubre a estos dos. Es la parte que nos separa de muchas especies; el encargado de la planificación y la toma de decisiones.
Cuando decidimos abandonar una carrera, invertir dinero en un negocio que puede devolvernos o no la inversión o renunciar al trabajo, nuestro cerebro envía esas señales de amenaza que tanto ya conocemos. Como leí alguna vez, parafraseando: somos seres primitivos viviendo, simplemente, una época más reciente.
¿Y cómo eso está relacionado a nuestra vida primitiva? El cerebro interpreta abandonar una carrera como abandonar la seguridad (este prefiere ahorrar energía en vez de consumirla, y la seguridad representa un enorme ahorro), lo cual lo lleva a una situación aparentemente inestable (segregando cortisol, la hormona del estrés), en donde puede o no, según su interpretación, sobrevivir. Así mismo pasa con la seguridad laboral, lo cual según él representa no comer.
Ahora, nuestro neocórtex (nuestra parte racional) tiene la capacidad de influir fuertemente en el cerebro reptil y nuestro sistema límbico. ¿Qué quiere decir esto? Que sabemos, razonando un poco, que no moriremos por abandonar la carrera, perseguir un sueño o dejar el trabajo. De heho, tenemos cientos de ejemplos de personas que no han terminado el bachillerato, o que han dejado su puesto de trabajo y han logrado lo que, en su tiempo, muchos consideraban imposible. Y ahí radica la magia de nuestro cerebro. Como decía Einstein: ''La realidad es simplemente una ilusión, solo que una muy persistente''. Tenemos la capacidad de moldear nuestros pensamientos (neuroplasticidad) y cambiar nuestra forma de ver la vida. Y si cambiamos nuestra forma de ver la vida, al final, la cambiaremos.